La razón de mi discrepancia es que no define lo que considera por acierto, ni siquiera el espacio temporal de éste. Entonces qué puede ser un acierto para uno. Lo mas sencillo sería la consecución exitosa de un fin. Creo que es más complicado, pues ese fin igual lleva veneno en sus propias entrañas, viciando y matando las expectativas de la verdadera felicidad. ¿Será por eso que la felicidad no existe?. Será por eso, pero esta existe, lo sé.
Por qué escribo esto, los que me leen o quieren algo extrañados, yo tambien lo estoy, pero ha sido volver a caer en mis manos tal aseveración y al deambular por este sol Mediterráneo en pleno Cantábrico, mis neuronas azuzadas con la tibieza impropia del invierno crudo se decidieron a saltar y rozarse entre si. Sin querer las conclusiones a las que llegué, a riesgo de ser peregrinas como mi deambular estos días fueron algo así como estas.El deseo por algo es como el café recién de la cazuela que demanda un cedazo hecho de las fibras que brotan de tu propia conciencia. Ese elixir resultante concentrará así nueve partes de deseo y una intensa parte de conciencia. Una vez destilado tendrás que decidir como beberlo desde la botella del acierto. Y el acierto no siempre será el llegar a la meta, quizá sea atravesar los pasos antes de alcanzarla. El acierto podrá esconderse entre tus pasos alrededor de tanto desvío y atajo sin garantías. El acierto estará en la ternura de las personas con las que compartas tus deseos de meta, en la fuerza que te transmitan, en las traiciones que te seguirán justificando la confianza en los demás. El acierto será caminar viendo detrás de la mirada de tu rival, de tu amante, de tu amigo; será cuando cierres los ojos y tu oídos te demuestren que hay mas sonidos que los que ves sin esfuerzo.
Cuando el deseo y el acierto así funcionenserá la duda la que desee venir a tal lugar como un ejercicio, no como un temor a equivocar los destinos que creemos desearcuando en realidad ellos solo brotan del azar y mientras yo broto para hacer lo justificado.
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