A veces, cuando nos encontramos con un miembro de nuestra misma especie que nos agrada, suele suceder que no compartimos la misma trayectoria, y todo se reduce a diálogos muy superficiales: - Sí, todo eso está muy bien, pero me tengo que ir. ¿En qué dirección vas tú? - Hacia allá. ¿Y tú? - Yo, perpendicular. - Oh, excelente. - Bueno, ya nos veremos, entonces. - Sí, hasta la próxima. - Adiós. - Chao.
Algunos vemos nuestro destino cambiar de un momento a otro, cuando en vez de pisar el fondo marino, pisamos la espalda de un lenguado y éste se gira. Entonces el afortunado siempre dice: - ¡Eh! ¿Qué está pasando? Debe ser mi día de suerte. Sí, qué maravilla. ¡Estoy modificando mi trayectoria!
No hay comentarios:
Publicar un comentario