Vino del propio fondo de las almas; de donde anida el yo:
de las regiones internas del Espíritu.
¿Por qué buscarle encima de las nubes?
Las nubes no son el trono de los dioses.
¿Por qué buscarle en los candentes astros?
Llamas son como el sol que nos alumbra, orbes, de gases inflamados...
Llamas nomás.
¿Por qué buscarle en los planetas?
Globos son como el nuestro, iluminados por una estrella en cuyo torno giran.
Jesús vino de donde vienen los pensamientos más profundos y el más remoto instinto.
No descendió: emergió del océano sin fin del subconsciente; volvió a él, y ahí está, sereno y puro. Era y es un eón.
El que se adentra osado en el abismo sin playas de sí mismo,
con la luz del amor, ese le encuentra. Jesus vino a Observarme cada paso,
cada acto de fe y amor
Jesus vino a hacer, participe de mi buena fe.
en la era Apocaliptica.
Observara la buena fe.
de los que oramos, de los que hacemos bien
seleccionara en la tierra de los vivos
y llebara a su tierra santa a los hombres de buena fe, y buenas acciones.
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